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Sevilla es flamenco, tapas, toros, fiestas, todo lo que encarna la esencia de España. Podrás descubrir los barrios antiguos con sus calles estrechas, la tranquilidad de los parques y la alegría de la gente que se manifiesta sobre todo en las fiestas que dan fama a la capital andaluza. Sevilla atesora un patrimonio arquitectónico de gran valor, la Catedral, la Giralda y los Reales Alcázares son un ejemplo, pero es recomendable visitar la ciudad en las estaciones más suaves, para no sofocarse con el calor.
La vida de la ciudad, especialmente en verano, se concentra en torno al río Guadalquivir, actualmente único puerto fluvial de España, que divide la ciudad en dos; mientras que en invierno los ciudadanos se reúnen en las tabernas. En definitiva, en cualquier época del año, Sevilla siempre está viva. Para disfrutar de la diversión, sin dejar de lado las bellezas de la ciudad, te proponemos algunas cosas que no te puedes perder durante unas vacaciones en Sevilla.
Los Reales Alcázares (Palacios Reales) son los monumentos más impresionantes de Sevilla. La característica de estos edificios es la mezcla de estilos y decoraciones, que van desde el islámico hasta el neoclásico.
El Alcázar, antigua fortaleza árabe, es un gran ejemplo de arquitectura mudéjar con salones, patios y jardines que crean una fascinante combinación de colores. Junto al Alcázar se alza el Palacio de Carlos V que alberga una importante colección de tapices que representan la conquista de Túnez por el rey. Desde el Palacio se puede acceder directamente a los Jardines del Alcázar donde el estilo árabe ha combinado formas renacentistas con formas románicas.
Los estilos gótico y renacentista se unen en el monumento más impresionante del mundo cristiano, después de la Basílica de San Pedro: la Catedral de Santa María de Sevilla.
Consta de cinco naves interiores, de estilo gótico, y dos capillas, la Capilla Real y la Capilla Mayor. El primero está coronado por una cúpula renacentista; el segundo contiene pinturas que representan escenas de la vida de Cristo y la Virgen. La Catedral se construyó en el lugar donde se levantaba la Mezquita Mayor, demolida en el siglo XV, y de la antigua construcción sólo se conserva la Giralda y algunos restos del Patio de los Narajos.
La Giralda, emblema de la capital andaluza, es el campanario de la Catedral: un monumento de 96 metros de altura que refleja plenamente el estilo de los almohades, rígidos en materia religiosa y enemigos del lujo, al combinar la grandeza monumental con una refinada sencillez.
La Giralda debe su nombre a la estatua de la Fe (llamada Giraldillo) que la preside y que gira sobre sí misma según la dirección del viento. Desde el interior de la Catedral es posible acceder a una plataforma, situada en lo alto de la torre, desde la que se puede admirar toda la ciudad desde lo alto.
La margen occidental del río Guadalquivir acoge el característico barrio de Triana, donde conviven la ciudad antigua y la ciudad moderna. Originalmente Triana era un barrio de marineros, obreros, industriales y alfareros y, aún hoy, entrando en el barrio, se puede comprar cerámica artesanal en los talleres. La ribera, en cambio, que se extiende desde el puente San Telmo hasta el puente de Isabel II, es una concentración de bares y restaurantes de moda que ofrecen una buena oportunidad para divertirse por la noche. Otra característica de Triana es el mercado cubierto donde es posible admirar los restos de las civilizaciones árabe y romana.
Los estilos barroco, gótico y renacentista se interpenetran en los elementos que componen el Barrio de San Bartolomé. Desde la Iglesia de Santa María la Blanca, a la Plaza de San Francisco a la Casa de Pilatos a la Iglesia de Santa Magdalena, una mezcla de diferentes estilos hace el encanto de este barrio. San Bartolomé con su laberinto de callejuelas rodeadas de viejas casas bajas, es un lugar solitario y silencioso, ideal para largas y tranquilas caminatas. Aunque el Barrio no es un destino popular para el turismo sevillano, en realidad conserva toda la autenticidad de la ciudad.
La Plaza de España, dentro del Parque de María Luisa, fue construida en 1929 con motivo de la Exposición Iberoamericana, a partir de un proyecto del artista sevillano González.
Decorada con ladrillos, cerámica y mármoles de colores, la plaza tiene un simbolismo particular: la forma semicircular recuerda el abrazo de España a sus nuevas colonias; los 58 escaños representan a todas las provincias españolas; el Palacio Español por dentro, imponente y orgulloso, representa el prestigio de la potencia mundial española; finalmente, la plaza de España mira hacia el río, el camino a seguir para llegar a América.
La Casa di Pilato es una obra maestra del arte renacentista del siglo XV, encargada por Don Fadrique y quizás inspirada en la casa de Poncio Pilato en Jerusalén.
Cuenta la leyenda que el marqués se dio cuenta de que la distancia entre su casa y la iglesia más cercana era la misma que entre la residencia de Poncio Pilatos y el lugar donde crucificaron a Jesús. Entonces decidió colocar las 14 estaciones de la cruz a lo largo de la ruta, la primera de las cuales (juicio de Jesús) coincidió con su casa. Por eso se creía que su palacio era también una copia de la residencia de Pilatos. El edificio de 1533 es una acertada mezcla de estilos renacentista, gótico flamígero y mudéjar y tiene un hermoso patio de 24 arcos con bustos de césares, estatuas romanas o paredes decoradas al estilo mudéjar. El jardín también es hermoso.
Tanto en invierno como en verano, Sevilla es una ciudad siempre activa. Los sevillanos no se dejan parar ni por el frío ni por el calor y cada día del año es el indicado para estar juntos, salir a la calle y discotecas y divertirse: ese es el espíritu de la gente. En los meses más fríos la diversión se concentra en la zona del Barrio Santa Cruz, donde en los bares y discotecas continúa hasta el amanecer. La zona de Triana, en cambio, es la indicada para pasar veladas más tranquilas, escuchando música en directo. En verano, la diversión se traslada a lo largo del río donde se instalan bares, quioscos y discotecas al aire libre.
La cocina sevillana ofrece productos frescos tanto de la tierra como del mar. El pescado es el elemento principal de la mesa, cuidadosamente cocinado y casi siempre frito; para los amantes de la carne, en cambio, no faltan sabrosos platos como la oca a la sevillana o el cordero frito. Tanto si comes carne como pescado, la cocina sevillana se ve realzada por un adecuado uso de las especias, como es la buena tradición árabe. Patria de las tapas, las zonas de Triana y La Macarena son los lugares ideales para disfrutar de este plato acompañado de una excelente cerveza o sangría. También hay una rica selección de dulces, como torrijas, borrachuelos y alfajores.
Siendo un destino turístico muy popular, de visita obligada durante un recorrido por Andalucía, Sevilla cuenta con una excelente capacidad de alojamiento . Dependiendo del tipo de alojamiento que prefieras y del presupuesto que quieras gastar, la ciudad dispone de hoteles, hostales, apartamentos o habitaciones tanto baratos como de lujo extra.
A la hora de reservar tus vacaciones en Sevilla, recuerda que el otoño y la primavera son temporada alta, pero la capital andaluza es preciosa para visitarla y vivirla en cualquier época del año. Cada rincón de Sevilla está por explorar, los lugares conocidos y menos conocidos tienen un encanto que merece la pena descubrir.
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